y otra de cartón
en una camita vieja dormías,
maita
te dice mi madre
buelita
te nombramos algunos,
tus ojos se quedaron sembrados
en los viejos y polvorientos caminos
que transitaste tú y Juan Rafael,
tú cabello trenzado
ya de blanco color
tiene un olor
a campo
y a primavera de la montaña
y al páramo lejano.
Me inspira tú recuerdo
comparándome con tú padre,
al que como yo le molestaba
la pregunta impertinente,
tú nombre resulta
ser muy repetido allá
donde pasaste
tú infancia,
allá
de donde te fuiste
un día
bajo el sol de los venados,
cruda realidad
que perpetúa
el cielo pintándose
de rojo
para recordar
los que en la madre tierra
han derramado
su sangre por ella.
Te quedas sembrada
en la vida
que se alarga,
hasta la forma de tú cabeza
se repite
en los nuevos cráneos
de nuestras mujeres,
y el tamaño de cada uno dice
sin hablar de dónde venimos
y seguramente
dice para donde vamos.
Se te quiere abuela,
más por la casualidad
de tengamos
la misma fecha de nacimiento
se te quiere sin razón
y con el amor del corazón.
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